Me acerco simplemente
para contemplar -sin
contemplaciones-
los pechos de esa señora.
Es probable que me guste
más acercarme que los pechos
y más los pechos que la señora.
Para amarse
hay que andarse por las ramas.
Por favor, señora,
créame o no me crea,
pero es necesario que lo sepa
antes de que amanezca.
Son cosas que pasan,
como tales pechos con su señora.
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