Una vez, no más,
quisiera ser Lluís Llach
y que tú me escucharas
con la misma pasión de los sentidos
sin saber
qué te canto
en mi humilde concierto concertado.
Y que la clave de sol
seguida de todas las demás
ocupase el espacio y la lujuria
que hierve entre dos bocas desbocadas.
Una vez, no más.
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